“El adjetivo cuando no da vida, mata”. Esta afirmación la escuché durante mis cursos de redacción y periodismo en la universidad. La verdad es que lo tomé al pie de la letra y estoy seguro de que hay una razón para ello.
Tus textos pueden ser interesantes cuando usas adjetivos, pero insuperables cuando en vez de usarlos en exceso muestras con acciones las condiciones y los atributos de tus personajes.
Aquello de: “Era una mujer muy bella con la más hermosa sonrisa del mundo, el cabello oscurísimo y un largo cuello blanco de la más pura espuma de los más profundos mares de este vasto planeta”, definitivamente, no va.
Si quieres hablar de su sonrisa, su cabello o su cuello, mejor di algo como:
- “Cuando ella sonreía se iluminaba el mundo”.
- “Sobre sus hombros, la noche de sus cabellos”.
- “Los trazos de su cuello eran el equilibrio”.
Bah, se que no son las grandes figuras literarias, pero son tres ejemplos de cómo puedes reemplazar el adjetivo por acciones o comparaciones, y de paso, hacer que tus textos ganen en originalidad.
Deja que tus lectores llenen los espacios en blanco. La imaginación de una persona es mucho más potente que el mejor de tus adjetivos. Por ejemplo, si te pido que imagines a una mujer y a un hombre tan atractivos que sean capaces de detener el tráfico de una ciudad y lograr que los transeúntes se paren a mirarlos, ¿cuál es la imagen que aparece en tu pantalla mental?
¿Te das cuenta? Cada uno imagina a “su” propia pareja ideal, sin camisa de fuerza y sin que el escritor lo enmarque dentro de su estándar particular de belleza física. Cuando no limitas al lector, éste completa tu idea con sus propios ideales y recuerdos.
Evita el adjetivo, en lo posible. El camino es más difícil, pero tu lector lo agradecerá.
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