Tienes una historia de vida para contar. Tu lector empieza a leer y no puede detenerse. Tu relato lo ha impactado de tal manera que no puede parar hasta el final. La historia en sí misma, no es lo más particular, pero el estilo en el cual lo has narrado es cautivador y adictivo.
¿Cuál es la fórmula que utilizaste para lograr esa hazaña?
La receta es simple. Las historias autobiográficas virales tienen una estructura en la cual se establecen con claridad las siguientes etapas:
- Inicio.
- Desarrollo.
- Clímax.
- Desenlace.
Te prometo que si aplicas bien estas cuatro etapas, tu escrito será leído, o mejor aún, devorado por tus lectores porque estarás manejando una tensión dramática irresistible.
La diferencia entre una anécdota plana y una historia completa es la misma que existe entre una fotografía y una película. La primera es estática y predecible, mientras que la segunda es movimiento puro y tiene una trama que seguir.
En el inicio, presenta personajes, establece el ambiente y ofrece el contexto.
Durante el desarrollo, lleva al personaje principal al conflicto, empieza la trama, desarrolla el conflicto y agrega nuevos incidentes que compliquen la trama.
El clímax es propicio para llevar al lector aun punto de máxima tensión, para ello debes intensificar el conflicto, cambiar repentinamente el curso de los sucesos e introducir un giro inesperado o una “revelación”.
En el desenlace debes reducir el conflicto dentro de tu historia y preparar a tu lector para la resolución de la trama de tal manera que quede satisfecho.
Como habrás podido observar, el conflicto es una parte fundamental de tu narrativa. Los textos sin conflicto son solo semblanzas o reseñas.
Tu lector necesita que haya un obstáculo a vencer y sentir como tu personaje principal lo consigue, o por el contrario, como es derrotado por la adversidad. En el proceso es importante que inyectes emoción y lleves la trama de tal forma que las acciones se vayan desarrollando paulatinamente.
No lo digas todo al principio, ve soltando cada nueva acción como si estuvieras ensartando, una tras otra, las perlas de un collar.
El esfuerzo vale la pena. Atrévete a comprobarlo.
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