Leído al azar (en “Cartas a un amigo” de Cechnzi May):
“Me gustan los adioses sin complejidad, sin violencia, casi imperceptibles. Me gustan sobre todo aquellos adioses que terminan como un juego de ajedrez en el cual los contendores se despiden con un leve apretón de manos. A esta forma de muerte pasional, llena de cortesía y con mucha indiferencia, la considero un acto civilizado del amor.
No obstante, por alguna extraña razón, con esta mujer, hubiera querido vivir un adiós desgarrador, casi telúrico, lacerante como el acero al rojo vivo, algo que me dejara una ristra de recuerdos obstinados y múltiples cicatrices en el alma. Algo con furia de tormenta y convulsión de los sentidos”.
Carlos Vásquez